Dice Tristán Elósegui en su blog que la identidad digital va creciendo con el paso del tiempo: en esta evolución pasamos por diferentes etapas: exploración, iniciación, crecimiento, madurez y declive. Nada más cierto. Muchos hemos vivido el nacimiento de los ordenadores, el floppy, la programación de código pura y dura en letras verdes y brillantes, y hoy nos encontramos en un universo virtual que muchos no podíamos ni imaginar. La informática ha cambiado tanto y ha evolucionado tan rápido que la exploración continua, sin haber llegado a dominar lo presente ha sido casi una forma habitual de enfrentarse a la informática. Con la aparición de Internet, la exploración se hizo casi incontrolable. Se hacía necesario investigarlo todo para conocerlo: abrir nuevas cuentas de correo, registrarse en múltiples páginas Web, indagar en plataformas, crear continuos espacios en la nube para conocer su funcionamiento, registrarse en diferentes redes sociales, utilizar aplicaciones EN LÍNEA una vez identificado… y así hasta tener que necesitar una página de Excel para controlar todos nuestros registros e identidades. Ahora ya, en una etapa más madura, la RED se hace más accesible y cercana, pero aún se necesitan múltiples identidades. Ahora, las redes sociales son más complejas y ofrecen múltiples servicios, pero ahora se nos presenta el problema de separar nuestro perfil profesional de uno más íntimo y personal y muy diferente. De momento, sigo consultando mi hoja de Excel cuando tengo que entrar en alguna página que visito esporádicamente y no recuerdo mis datos de identificación. Mientras me dure el espíritu aventurero de indagar en nuevas aplicaciones, servicios, plataformas, entornos… mi hoja de Excel seguirá creciendo… de momento… quizás cuando la solución sea algo más fácil y nos identifiquemos en la Web con la lectura de nuestra pupila, un chip prodigioso o una huella digital, a mi me pille ya en la última fase (de declive) y para entonces tenga que depender de mis nietos para entender lo que habita en el mundo virtual.
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